Dulce sabor a embriaguez con la que me
despierto a cada amanecer. Esa fragancia que desprende tu pequeño cuerpecito
con olor a verano, jardín repleto de flores. A cual más bella.
Hermosura en su ser. Vivo en esta nube de
felicidad. Un trance que parece un sueño, sacado del más bello cuento de hadas…
Pero es tan real como el aire con el que
lleno mis pulmones a cada inspiración, exhalando tanta paz y armonía que mis
ojos se llenan de lágrimas de tan bello sentir.
¿Y de verdad me está pasando a
mí?
Sobresalto de los pellizcos que me doy creyendo nuevamente estar soñando. Y
esta es mi realidad, nuestra realidad. La que se engendró en aquel acto de
amor.. Una tarde de pasiones desatadas, como fieras librando una lucha
entrelazando nuestros cuerpos, fundiéndose hasta convertirlos en uno…
Creando esa semilla que poco a poco con
paciencia, respeto y amor se ha ido regando hasta convertirse en lo que ahora
nuestros ojos contemplan sin cesar. Y no hay acto más bonito que ver crecer esa
minúscula semilla.
He me aquí ahora sentada intentando expresar
en versos lo infinito de este sentir. Y es que no hay palabras que lo puedan
llegar a definir. Cada adjetivo se queda vacío al lado de esta realidad…..
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